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conciencia

Akenatón y la primera conexión judía

Desde aquel lejano escenario del Egipto monoteísta de Akenatón..

Desde aquel lejano escenario del Egipto monoteísta de Akenatón, dirigido por los sacerdotes atonianos (del Dios Atón), surge una pregunta que se proyecta sobre la humanidad hasta el presente: ¿Cuáles fueron las conexiones de estos atonianos con el Éxodo hebreo?

Para tratar de descifrar esa vinculación, es interesante atender a la obra de Sigmund Freud, quien propone una hipótesis que devoró la última parte de su vida, titulada “Moisés y el Monoteísmo”.

Para Freud, Moisés es un continuador… pero no necesariamente hebreo, hecho que pone en juego a la misma historia sagrada, pues el eminente psiquiatra lo incorpora como un egipcio que ve en el pueblo hebreo asentado en Egipto, una conexión especial con Akhenatón.

Así, para Freud, este Moisés bíblico es un egipcio que habría participado del proceso de Akhenatón, con todo su movimiento monoteísta, y resuelve apoyar a los hebreos en su partida.

La postura siendo revolucionaria, no ha sido rebatida por el mundo judío, a pesar del peso político de Israel en el mundo.

Más todavía cuando Freud aclara particularmente que Moisés se apoyó en una religión egipcia, no la que todos conocen plagada de dioses sino que lo hizo a partir del culto monoteísta de Atón propuesto por el faraón Akenaton.

Cuando la XVIII Dinastía egipcia cae, aquella que involucraba a Akenaton, Tutankhamón y Horemheb, se produce un vacío documental sobre ese periodo, donde Freud ve, justamente, esta llamada “primera conexión egipcia”. Ése sería el tiempo del Éxodo, cantado en la Biblia.

En ese punto, pues, se inserta la leyenda, donde el recorrido de los hebreos pasaría por Etiopía, de donde proviene el suegro de Moisés, Jethro, siendo incluso gobernador antes de partir al Éxodo.

Extraño sino, pues se dirá luego que la misma Arca de la Alianza quedaría en custodia por los milenios subsiguientes en ese país africano.

En conclusión, el revisionismo histórico que mira el pasado con ojos más elevados que los del científico, comienza a descubrir que en el pensamiento Akenatón, un egipcio, y en el de Moisés, un hebreo, quizás se encuentren las claves de la unidad de las razas y la comprensión del Universo.

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