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‘Akenatón’ el faraón olvidado de Jorge Duliztky

Cuando Akenatón fue faraón, el imperio de Egipto ya existía desde hacía dos milenios..

Akenatón, el faraón olvidado

Abordar la figura del faraón Amenhotep IV –Akenatón-, es iniciarse en el conocimiento de una mirada que rompe la ortodoxia de la historia oficial de Occidente. Quizás por eso, luego de dos milenios su figura esté comenzando a conocerse y debatirse, ya que para comprender la trascendencia que tuvo este faraón en la historia es necesario despojarse de todos los dogmas. Cuando Akenatón fue faraón, el imperio de Egipto ya existía desde hacía dos milenios, dimensión de tiempo comparable a la que transcurrió entre el nacimiento de Cristo y nuestra época.

La atracción irresistible que ejerce Akenatón entre los egiptólogos pronostica que quizás durante los próximos años reemplazará a Tutankamón en términos de imperativos míticos y místicos. Hace poco más de un siglo nadie conocía la existencia de Akenatón. La aparición de sus estatuas dejó perplejos a los arqueólogos, pero el desconcierto aumentó al descubrir que ese extraño personaje había sido el protagonista de una crónica que, hasta fines del siglo XIX, nadie había imaginado.

En efecto, Akenatón tuvo el atrevimiento de protagonizar una reforma religiosa inusitada en Egipto, perturbando el culto a sus dioses tradicionales, por lo que fue calificado de hereje, posiblemente asesinado y su doctrina prolijamente ocultada en lo que parecía un olvido eterno. El desplazamiento del Olimpo de cientos de dioses egipcios por un solo Dios resultó algo intolerable para “establishment” de su época.

El culto monoteísta al dios único e insustancial llamado Atón, destrozaba toda la construcción mitológica que servía a los egipcios para explicar el antes, su presente y su futuro. El Dios Atón representaba la energía solar, la plenitud de lo que da vida y otorga movimiento al Universo, una idea muy poco asequible para los comunes, incluso para los sacerdotes.

De modo pues, que puede considerarse a Akenatón como el primer monoteísta de la historia, y no sólo eso, sino que su ubicación temporal, coincidente con el Éxodo judío desde Egipto lo vinculan irremediablemente con Moisés y el surgimiento del judaísmo.

Por lo tanto, siguiendo esa línea de pensamiento, Akenaton vendría a estar también en las raíces mismas del cristianismo, el fundamento espiritual de la Civilización Occidental, nada menos. Esta particularidad entusiasmó a los historiadores y estudiosos, entre ellos al propio Sigmund Freud.

Entonces, es importante iniciarse en el estudio de Akenatón, su pensamiento y su concepción religiosa, ya que cuando la cultura judeo cristiana califica a los egipcios como idólatras según los términos de la Biblia, este faraón viene a poner en línea fundamental y hasta fundacional el pensamiento monoteísta.

Por fin, el otro punto descollante en Akenatón es el Dios Atón, una entidad sin nombre ni forma, ni más ni menos relacionado al “Yahvé” judaico; un culto a la energía radiante del Sol como deidad única y que abolió la idolatría politeísta. Una deidad imposible de representar en monumentos: la energía solar, lo que lo convierte en un precursor de muchos hallazgos científicos que dos mil años después permitieron conocer las bondades de las radiaciones solares sobre toda forma de vida.

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