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El «Cambio barato» o el «Cambio Trascendental»

Sería del caso explicitar el alcance del término trascender…

El “Cambio barato” o el “Cambio Trascendental”

Sería del caso explicitar el alcance del término trascender, como sinónimo de “ir más allá de…”.

De esto se trata la vida terrenal, de trascender más allá del límite de la muerte, que al fin de cuentas, desde una óptica más amplia de la cuestión podría hablarse de que la muerte no es un fin sino el paso hacia esa trascendencia.

Tal vez, si se comenzara a comprender este fenómeno natural de esta manera, se le quitaría dramatismo y se podría pensar en el hombre como un Ser que no muere sino que cambia su “substancia compuesta” (Aristóteles).

Pero el caso es que mientras se camina esta existencia presente, el individuo depende de un mecanismo mental-emocional que lo condiciona, producto del bagaje cultural que lo rodea y que hereda.

Esa situación lo comprime y lo limita generando sufrimiento y frustración porque no le permite advertir un horizonte más allá de la realidad física. Es otra de las paradojas de los sistemas religiosos que hablan de la fe, pero no enseñan a vivirla.

En la era mediática los mensajes “celestes” se han multiplicado de una manera inusitada, en particular a través de las redes sociales donde se comparten frases, fotografías, extractos filosóficos.

Existe un gran mercado del “compartir” y el “Amén” a partir de enfermedades, miserias y apelaciones a la Divinidad.

Actitudes sensibleras y vacías de contenido, porque con tamaña difusión que existe de estos conceptos, si los hombres los hicieran carne, ya serían palpables algunos síntomas del cambio global.

Existen personas de buena voluntad que efectivamente intentan enderezarse en ese camino de cambio y realizan honestos esfuerzos consiguiendo exiguos resultados por escasos espacios de tiempo, para luego caer nuevamente en la rutina de sufrir. ¿Cuál es la causa?

Que no se integran esas enseñanzas en su totalidad, porque con frecuencia, en un punto, provocan una negación de una importante parte del individuo.

Como el monje oriental, se trata de disciplinar al ego, de encontrar un propósito con el espíritu; esto lleva tiempo, estudio y mucha práctica.

Los sistemas religiosos suelen mostrar el ejemplo de maestros, hablan de sus palabras, relatan sus hechos y muestran su ejemplo, pero existe una importante parte de la vida de esas personas que permanece en el desconocimiento.

Basta pensar en los cuarenta días del Cristo en el desierto, en ayuno, en meditación, encontrándose incluso con el Demonio.

Ese tiempo no está relatado al detalle, como tampoco sus años que se desconocen. Ese tiempo, es el tiempo del estudio, de la domesticación del ego.

En suma, se trata de dominar el cuerpo mental-emocional cambiando la dinámica interna, siendo conscientes de cómo es y cómo se comporta el ego en las situaciones de la vida diaria y conociendo sus mecanismos de acción.

Es preciso asumir que una autentica elevación de consciencia exige un proceso interior intenso y disciplinado.

Es imprescindible autoconocerse y vigilar los mecanismos de la psiquis.

Este no es un proceso novedoso, producto de esta euforia mediática de “buena onda”, sino que está en la base de la construcción del pensamiento racional, como que en el Templo de Apolo en Delfos, se hallaba escrito en el dintel de ingreso: “Conócete a Ti mismo”.

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