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Somos «como» Dioses… o «Somos Dioses»

El hombre al morir no deja de Ser, sino de existir; dos categorías distintas de la substancia

Una línea de pensamiento suele afirmar que “La humanidad está condenada a la divinidad”.

No es una afirmación ni muchos menos extravagante, sino por el contrario, sintonizada con la verdadera realidad del Ser, pues el hombre no es solamente esa extraordinaria máquina que transcurre durante un tiempo lineal este espacio de tres dimensiones.

El hombre al morir no deja de Ser, sino de existir; dos categorías distintas de la substancia.

Porque en sí mismo “Es”, y esa conciencia de la trascendencia certifica que sigue siendo luego de terminar su tiempo en la Tierra.

Racionalmente se puede afirmar esta cuestión pues nada ES y NO ES a un tiempo. Una entidad como el hombre no puede aparecer en el Universo siendo y más tarde dejando de ser.

Si la Biblia declara que el hombre es “imagen y semejanza” de Dios (Gén. I, 6-7); acontece una realidad filosófica y teológica: la de SER y participar de la eternidad de la Divinidad.

¿Cuál es la diferencia? El estadio de purificación, ya que Dios es ACTO puro y el hombre es POTENCIA en tanto deba continuar la ruta de la purificación a través de distintas reencarnaciones hasta fundirse en la UNIDAD, nuevamente.

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