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El Amor: La Energía del Universo, carta de Albert Einstein

En tiempos en que los científicos parecen acercarse cada vez más al origen del Universo…

En tiempos en que los científicos parecen acercarse cada vez más al origen del Universo, cuando ya la física cuántica viene dando razón a las potencias que enunciara la metafísica siglos atrás, y cuando se acepta que la Conciencia es la madre y maestra de la Vida, que es etérea porque no reside en el cerebro.

Sin embargo, pareciera que los hombres se hallan ante la paradoja de no darse cuenta, de no aceptar que llevan en sí mismos, cada uno, la llave que abre las fronteras de todas las posibilidades para crear, para crecer, incluso para trascender.

En las Redes circula una carta que supuestamente el físico Albert Einstein le enviara a su hija Lieserl con el cargo de no publicarla sino hasta después de la muerte de ésta última. Su autenticidad aunque muy cuestionada y más cerca de no ser autoría del científico, contiene conceptos sobre los cuales vale detenerse a meditar.

A un siglo de la enunciación de la “Teoría de la Relatividad” cuyas certezas fueran cuestionadas en su momento, se hace decir –o dice- a Einstein que existe “una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal.

Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no ha sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR.”

Aquella búsqueda de Einstein continúa siendo la misma de los científicos en la actualidad, una poderosa fuerza que supera la fisión del átomo y pueda incluso ser más ligera que la luz. Invisible y con capacidad de transformar la realidad.

La búsqueda desenfrenada por igualar las posibilidades de Dios, es al fin una búsqueda del Dios mismo, aunque lo nieguen, pues acaso, ¿no somos “imagen y semejanza”?

La gran diferencia es el final de los resultados. Hasta ahora los descubrimientos sobre la conducción de la materia y de la luz han terminado irremediablemente en experimentos militares con destino a destruir al otro, a ese que allende sus condiciones geográficas, políticas, culturales o religiosas, es exactamente igual a mí mismo. El “alter ego”: otro Yo.

Esta energía que es el Amor contiene todas las propiedades del Universo: es Luz porque ilumina a quien da y recibe, es Gravedad porque atrae a las personas y a éstas hacia animales o cosas incluso.

Es Potencia porque supera todas las barreras, sobre todo la del egoísmo. El Amor reúne en sí todos los atributos de Dios; luego, siendo imagen y semejanza, estamos obligados a tender hacia el Amor.

La Humanidad está comenzando a pagar con las convulsiones ambientales el intento de haber manipulado mal sus descubrimientos de laboratorio. La energía es libre y fluye por todo el Universo en perfecto orden y sistema.

No bastaba más que comprender que se trataba solamente de Amor, no sublimado como sentimiento amoroso sino como principio activo de cada actividad diaria. Porque el Universo es eso, la suma del Amor para concentrarse en Uno solo.

Será solamente el día que los hombres comprendan que todas las leyes enunciadas hasta hoy no sino desprendimientos de esa fuerza mayor que es el Amor cuando entonces puedan reorganizar la vida en el planeta, porque es la “única y la última respuesta”.

Por lo tanto, si aquella famosa carta es de mano de Albert Einsten, tendremos que decir que tenía toda la razón.

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