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conciencia

Potencialidad individual: Piensa bien y acertarás

No somos individualidades esparcidas por el mundo, sino partes del mismo todo

En el mundo de los refranes populares, aquel que señala “Piensa mal y acertarás”, refiere a la mayor probabilidad de no equivocarse invocando un prejuicio o un juicio negativo sobre otra persona.

Lógicamente, como todo ser humano con falencias propia de su naturaleza, todos, incluso quien invoque este axioma es pasible de que se le aplique.

Así, tomado como una “medida preventiva”, el juicio negativo puede llegar a convertirse en un hábito de hacer…, y de ser.

Es decir, quien piensa mal, de tanto hacerlo tornará finalmente en una persona negativa cuya energía puede contaminar su área de vida por completo, llegando incluso a proporcionar una mala calidad de vida a sus allegados más inmediatos.

En cierta forma es el mundo que tenemos, la sociedad en que vivimos donde existe una suerte de prejuicio común, todo el mundo transita como en una actitud de guardia permanente y ya nadie confía ni espera nada positivo de nadie. Es el camino de la disgregación porque las unidades por sí solas no generan ningún tipo de comunidad.

Por el contrario, cuando se elimina el prejuicio, cuando se cambia la actitud y se propone pensar sólo en positivo, pensar bien de los demás y alimentar la conciencia con sentencias que tengan que ver primero, con el agradecimiento por lo todo lo recibido, y luego con bendecir todo eso que se vive, entonces el interior de la persona se limpia, se serenan los juicios y se pueden establecer nuevas relaciones sin las barreras de la desconfianza.

El cambio que el mundo espera, que urge concretar en hechos, no vendrá de decisiones políticas asumidas por los gobiernos, tampoco de reuniones ecuménicas de las iglesias mundiales, mucho menos de los grandes tratados económicos que falsamente dicen promover la extinción de las necesidades, esa transformación vendrá del interior de cada uno porque no se puede pretender cambiar el Universo si la célula que lo reclama está enferma.

No somos individualidades esparcidas por el mundo, sino partes del mismo todo que es esencialmente (de esencia) bueno, de modo que la parte es imagen y semejanza del Uno que crea y transforma.

Pues bien, esa potencialidad individual es la que se impone poner en marcha en este momento cambiando el formato de los pensamientos. Eliminando el pensar mal por una proyección de pensamientos positivos.

Puede existir la duda frente al otro, es verdad, pero en lugar de pensarlo malo, esa duda es una posibilidad a la esperanza de que actúe diferente.

Así, en la infinita cadena de pensamiento positivos se irá forjando un cambio global, universal, que aunque pueda parecer ínfimo, comienza en esa porción pequeña de Universo que es la conciencia de cada uno.

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