El valor de la discusión no altera la calidad de la Fe

¿Cuándo nació Jesús?: El valor de la discusión no altera la calidad de la Fe

El dogma es un decreto, inmarcesible, indiscutible y que debe aceptarse por definición, dice el Magisterio de la Iglesia Católica, y al fin de todas las religiones que los tienen. Sin embargo, los dogmas son concepciones mentales, abonadas con criterios culturales, históricos…, y hasta con intereses personales o de grupos.

Pero, ¿La Conciencia debe aceptar dogmas sólo porque sí? O ¿No ha sido el hombre dotado de la capacidad de discutirlos en función del ejercicio de su Libertad? Así, se plantea la veracidad de la fecha del advenimiento de Jesús, el Mesías de la Cultura Occidental, fijada el 25 de Diciembre, justamente, por decreto.

En realidad, ninguna escritura bíblica habla de la fecha del nacimiento del Cristo. De hecho, en toda la Biblia no aparece ningún festejo de cumpleaños, salvo el del Faraón de tiempos de José, hijo de Jacob, y el de Herodes cuando ordena ejecutar a Juan el Bautista.

Los hebreos antiguos no celebraban sus cumpleaños. Ni siquiera daban importancia a la fecha del nacimiento de sus reyes. No podrían hacerlo dado que eran tribus clánicas y en muchos casos trashumantes, no estaban para esos menesteres.

Para los investigadores una cosa es clara; Jesús no nació en diciembre. El relato evangélico viene a corroborar esa hipótesis cuando en el Capítulo II de Lucas relata que los pastores “velaban sus rebaños en pleno campo al tiempo de su nacimiento cuando fueron a visitarlo”.

En esa región –Judea-, en diciembre se inicia el invierno y la temperatura nocturna de diciembre llega a estar por debajo del 0º, con lo que el riesgo de congelamiento haría imposible que los pastores se dieran a un raid hasta el mentado Pesebre.

La práctica de velar los rebaños es una tradición que aún hoy se conserva y se realiza en primavera, verano y parte del otoño. De hecho, en el imaginario colectivo cristiano el Pesebre se representa con techumbres nevadas y pinos blanqueados. Y se afirmar que desde el siglo I a.C hasta hoy, el clima de la región de Judea no ha variado.

Las Crónicas afirman que el 25 de diciembre ya estaba establecido desde los tiempos en que los romanos invocaban al Sol Invicto (Natalis Solis Invictus), y fue a pedido del Papa Julio I (350) que se tomó esa fecha como la del nacimiento de Jesús, luego corroborada por el Papa Liberio en 354.

La fecha del 25 de Diciembre seguiría así un derrotero cultural: mencionada en Constantinopla en 379 bajo Gregorio Nacianceno, luego Antioquía hacia el 380, y en Jerusalén en el siglo IV.

De modo que la Iglesia Católica adoptó esa fecha de la antigua religión grecorromana para captar la atención de los paganos sobre la figura central del cristianismo pero sin ningún fundamento histórico. Se trataba de una fecha muy reverenciada por los paganos y establecida desde hacía siglos.

La Iglesia lograba así introducir la Navidad sin cambiar las costumbres festivas de los no cristianos. Hizo pues, un sincretismo. Ahora bien, para quien desea observar la Navidad desde la óptica de su significado más trascendente, la fecha del 25 de Diciembre puede ser sólo referencial y a título familiar, pues en realidad, será consciente de que la venida del Mesías, el Cristo, es iluminación para esta Cultura que luego de dos mil años de aquellos sucesos, todavía se debate en dudas fútiles en lugar de comprender y protagonizar el sentido de cambio que contiene el mensaje de Jesús.